Ignoraba mezquino, si la felicidad había entrado por su ventana para darle los buenos días, quizás se dormía cuando cupido llamaba a su puerta e iluso negaba entre regañadientes que fuera alguien interesante…iluso aquel que ponia sus manos vacías cada noche de sábado, esperando recibir la otra guantada sin mano, harto de remar por ríos sin caudales…de lanzarse de cabeza al abismo a caminos de espinas, a enredarse entre su alma, a desfallecer cuando empieza a divisar la meta…
Sería por eso que tal vez ahora le alumbraban las luces de los bares, subido en tablados de cubos de basura, le prometió a su último amor que no le volvería a cantar…una vez más la madrugada volvía a pesar como puñaladas en el pecho…aquel indigesto whisky estaba haciendo estragos en su cuerpo…nublandose la realidad, pero aclarandole aún más los ojos por los que alguna vez susurró tequieros en los abismos de la soledad…en carreteras melancólicas de autopistas sin freno…con mucho tiempo por delante…y nada que hacer.
Pateando basura, dando tumbos…una voz triste salía de aquel lúgrube rincon, un pequeño de corta edad se le acercó y le clavó la mirada:
-¿Donde vas trovador?
-Aquí buscandome quien soy
-¿Y aún no lo sabes?…Busca tu corazón, y lucha por ser grande en este laberinto, no abandones esta vida, ni tu familia, ni tus amigos…
-Quizás yo tenga esa suerte….pero…¿quien eres tu?
-Ahora mismo…NADIE.