Ahínco

Quizás un día te levantas y tu único deseo es tener alas, estrenar tu nueva libertad con un vuelo sublime, suave como el más sedoso terciopelo a media mañana, sosegado y sin más ruido que el silbido del viento a tu paso sintiéndote enorme, gigante…

Y ese día te alzarías grande a la tierra, para arrancar del suelo que pisamos el amargo alquitrán y empuñar la palabra, la más rebelde de las armas del mundo hacia todo aquello que nos oprime, que alzasen sus puños todos aquellos ángeles cuyas alas se llenaron del más oscuro tizón de tristeza y melancolía, que reventasen en cólera todos los espectros que se alimentan nuestros sueños con cada amanecer, aquellos que consiguen que el primer paso de nuestras nuevas vidas no sea un paso firme, sino tenebroso.

Espectros que hacen que nuestras ilusionen se vomiten con la resaca del día anterior y el miedo nos invada nuestro cuerpo, por errores anteriores, por errores futuros, por el qué dirán…y todos sabemos que eso no es así, todos sabemos que debemos luchar por conseguir lo nuestro, que cada golpe recibido sea una simple piedra más en el camino, y que no haya nada ni nadie que nos detenga, porque la recompensa es mucho mayor cuando mayor esfuerzo se ha realizado.

Que la sangre y el sudor emanen de nuestras entrañas, que nos dejemos la piel, la vida y hasta el alma por aquel sueño que anhelamos, sin miedo al fracaso, con el orgullo de luchar día a día…solamente en aquel momento en que pongamos el pie en firme al levantarnos y luchemos con ahínco contra los espectros podremos conseguir todo aquello que nos marcamos, sin mas lucha que la de la calle…el compromiso.

Aquel día, sentado junto a su viejo libro alzó la vista al cielo, volvió a ver aquella ráfaga multicolor…una extraña sensación le rebotaba por todos sus adentros a la vez que esbozaba inconsciente una leve sonrisa…otro angel alzaba eterno su destino…el proximo seré yo se dijo.

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