En aquellos lúgrubes regazos reflexionó en más de una ocasión, si la senda caminada había merecido la pena, si la ventisca y temporales por los que padeció le habían hecho llegar al lugar idóneo, tampoco quiso darle mayor importancia porque estaba en aquel lugar donde quiso estar, donde él mismo eligió…
Y si después de tantísimas tormentas se vió solitario, mojado, y sin abrigo, también fué porque prefirió danzar al son de la soledad, de morder las barras de cualquier bar antes que unos labios calientes…cuentan que aquel loco se le olvidó de amar en cualquier rincón de la vida, de que toda su vida se basaba en el triste ahínco de recuperar algo por lo que luchaba y apenas creía y quizás por eso, no supo entregarle su corazón, porque el color de aquellos ojos no relucían lo suficiente en esta habitación, o porque el verso de sus poemas no llegue tan fuerte…allá donde no se nubla el sol, aquel lugar donde se perdió su vida.
Sin poder dar jamás lo que algunos anhelan pasaba sus noches, pasaba sus días y pasaba sin embargo con la más tremenda de las alegrías, la de soñar con cometas, la de arrastrar sus venas sobre los adoquines y sólamente la arena restante se adentre en sus entrañas, quizás con eso no toque otro pan y circo y si más mañanas de paseo, y sí más manos en los bolsillos…
Y sí, consigo todas y cada una de las ilusiones por las que nació, sufrió y soñó…y lo demás, lo dejaría para otras vidas.