Noté, en mis últimos momentos de vida que tus ojos dejaron de clavarse en los míos, que sonreías y no era conmigo, y quizás ni por asomo se te pasaría por la cabeza hacerlo conmigo…me alegré que continuaras tu camino, más bien que lo hicieras feliz, que al fin y al cabo eso es lo que me importaba, hoy a mí me tocó guardar las palabras, encoger el corazón y sonreír ténue…aunque haya millones de veces que quiera llorar.
«Si miro al cielo y no hay figuras en las nubes
para que mi respirar
si veo que daño los oidos del poeta
más me gusta mi cantar
y lo de dentro no es un cuento, es escarmiento
y falta de honestidad
y que se callen los profetas
que mi incrédula viñeta no quiere saber si hay mas
que no le importa el que vendrá» (Albertucho – Que se callen los profetas)