Cabizbajo y conpungido, con las manos en los bolsillos y dándole vueltas a la cabeza, así se presentaba por la calle abajo nuestro amigo…con mucho que esconder tras su debil y ténua sonrisa…más bien forzada.
Forzada porque su corazón lloraba tiritando al abandono, porque sentía el frío más gelido penetrándole por su garganta, bombeando su corazón más rapido…casi apunto de estallar, un cosquilleo raro en los pies, y unas profundas náuseas en el estómago.
Observaba con resentimiento y de reojo el calendario, sabía que los últimos coletazos de calor habían echo sus estragos en las verdes y frías tierras Cántabras, una profunda unión de dos cuerpos entregados hasta el horizonte más infinito, sin relojes, sin rutinas, solo el y ella en una habitación deseándose el uno al otro, una traca final como despedida y cierre…a mi corazón. El frío se apoderaba de el y recordaba con unas nuevas náuseas el sabor de la soledad de Diciembre, el debil calor de Enero, y el destierro absoluto de Febrero, los fantasmas volvian a revolotear incoscientemente sobre su cabeza, no eran imaginaciones…ya los había visto revolotear por su ventana hace unos días…pánico.
Y estaban volviendo los momentos de abrazos fríos, de besos no dados y de mucho pensamiento, demasiado…en un no querer vivir dentro, pero si no se está te falta la vida…la pescadilla que se muerde la cola, el dulce y fulminante sabor del veneno.
De nuevo en coma, en estado de shok…quizás sea otra racha, un nuevo accidente más…no olvides que soy un soñador, lo mismo algún día me quedo soñando eternamente.