Acarició su alma en su regazo, aquella madrugada fría de no importa que mes, volvió a acariciar su pelo mientras ella le susurraba que si le gustaba aquello, una sonrisa cómplice salió de sus labios, no había más que hablar, siempre tuvo aquella extraña sensación de que aquella chica podía ser lo más cercana a él, quizás sería porque sus ojos eran más claros que su negro pelo, o porque aquella belleza le daba fogonazos en su corazón para que de momento no viera más allá.
Pensó que quizás el hecho de ser un poco desconocidos ayudaba en la puesta en escena, o que quizás depués de tantas marionetas y títeres se le hacía un guiño a la vida, o por el simple hecho que hubo una época de rebeldía en la que la felicidad era el mejor camino…confuso.
Y decidió no hacerse más preguntas, vivir cada instante como mariposa que aletea y que no distingue si al batir sus alas alegra uno o quinientos corazones, pero lo hace y con eso le basta, porque sabe que cada palabra de sus venas debe de rebosar alegría, por tener lo más bonito cercano, y supo que quizás no debió de entonarle más letras, que aún el agua continúa tibia…y las manos frías…de lo otro os hablaré más adelante, porque lo merece, porque quiero que lo leáis, porque quizás se me vaya la vida en ello…o simplemente porque sí.
» Y lloraste al verla: -imagínate que te pinto yo a ti
un sol radiante y lo pongo delante pa cuando no estés-
que me corten el gaznate si no veo que se baten
mariposas a tu andar»