Confinamiento, hastío, desesperanza…quizás estas palabras hoy día tengan un sentido más profundo en tu vida, quizás únicamente sean palabras puestas en tu mente por obligación…
Hoy el mundo te pide prisa, aún en tu casa, aún en aquello que denominas jaula o incluso cárcel. Hoy el mundo te pide que hagas esa clase de zumba que tanto detestas, que compartas el último reto viral en Tik-Tok, que agotes el papel higiénico, que salgas a aplaudir cada tarde a tu balcón y que vuelvas a reescribir aquella cadena ‘sobre tí’ que te llegó a Facebook por enésima vez.
Un mundo que te empuja a sentirte popular de una manera determinada, con un patrón ya formado, como si el molde estuviera hecho desde hace muchísimo tiempo. ¿Pero, acaso no tenemos ese poder de decisión? ¿En qué momento decidiste vender tu tiempo hacia esa mediocridad que hoy rebosa bajo la puerta de nuestras casas?
¿En qué momento, querido lector, decidiste apagar el interruptor de tu sentido común para verte abocado hacia esta vorágine de estupidez y desidia?
Algunos dicen que un mundo nuevo está naciendo, yo siempre pensé que cada día es una nueva vida, que la oportunidad de cambiar y cambiarte está en cada instante, en cada movimiento y en cada decisión que tomas. No tiene que llegar ningún virus ni ningún confinamiento para darnos una bofetada de realidad ante un mundo que no se detiene ni por tí, ni por mí, ni por nadie…
¿Anhelamos los besos y abrazos o es parte de aquella vorágine de postureo? ¿Volverán las visitas de rigor y las miradas a las pantallas en vez de a los ojos? ¿Seguiremos buscando el calor de una conversación a través de un algoritmo mientras se nos enfría el café y el silencio abriga nuestros días?
No me gustaría volver a lo que la gente llama normalidad, no quiero seguir buceando en océanos de hipocresía, de conversaciones vacías, de mentes cerradas y diálogos prefabricados.
Me gustaría volver a saborear la vida, la verdadera, la que muchos anhelan y pocos conocen. La de despertar con los ecos de una risa, la de soñar desplazando el dedo sobre millones de lugares sobre el mapa, de agarrar la vida como una mochila y cargarla con lo bueno y lo malo, pero siempre dispuesto a contemplar nuevos horizontes, nuevos destinos, nuevos objetivos, nuevas metas…
Quiero reírme de las cicatrices que me dejó la vida, recordar otros tiempos mientras toco mis antiguas heridas y sonreír, todos y cada uno de esos días que me toque vivir.
Quizás, en este mundo hipócrita, donde muchos se sienten cautivos, otros aprendamos a vivir…más libres que nunca.
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