A lomos de toda la alegría del mundo galopaba por las arenas del Atlántico un envalentonado jinete, con un trote más tremendo que el oleaje cuando rompía con coraje sobre el espigón, allí donde se alzaron impasibles tantos puños de gargantas calientes.
Cádiz de fondo, en el sur del sur, o en la tierra más bonita del continente, donde sus murallas solo se filtran para reventar melódicas coplas de carnaval que estallan en el falla, en una explosión de papelillos y serpentinas, como si una nube de color se tratase, como si el caledoscopio hubiera vuelto a ser nuestros ojos de guía…hacia el paraíso.
Tres simples renglones, con versos torcidos, atragantándose de melancolía, deseando salir del limbo para volar libre y quebrarse en cualquier garganta y con un par de acordes sepa dar aquel canto de cisne que busqué en cada compás, en el deseo más infinito de la tierra, con el coqueteo más bonito contra el destino…
Será entonces, cuando vuelvan a sonar tambores, y no de guerra, cuando se alcen los telones de fuego, cuando toda mi alegría se multiplique por mil, cuando rompa a llorar como un niño, cuando encuentre al fin…lo que tanto anhelé, lo que tantos merecieron.