Cuando no toca más horizonte que el asfalto

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Volvió…de nuevo acechante como un buitre hambriento dispuesto a sacarnos hasta el último pedazo de carne de nuestro cuerpo por podrido que esté, estúpido alivio el pensar que así se le irían los malos días, las largas noches y las eternas madrugadas…

Otra vez se quiso posar sobre su techo, como una nube negra que le perseguiría como cualquier grotesco dibujo animado de antaño, se encontraba ante la extraña sensación de que pocas cosas eran capaz de hacerle ya latir el corazón por ahora, sumergido en el cinismo y en el anhelo de que llegasen nuevos días.

Pero ahí descubrió el kit de la cuestión, hay veces en la vida que no nos hace falta esperar a nuevos días y nuevos horizontes, somos nosotros mismos los que tenemos que remar a veces incluso a contracorriente, para evitar hundirnos, porque muchos serán los factores que deseen vernos caer, y por siniestro que parezca, alguien por ahí…a veces quien menos pensamos, cena y se alimenta de nuestras derrotas…

Y ojalá revienten aquellos estómagos débiles de razón, tan estúpidos como la boca de un cerdo que solo saben manchar y pintar de mierda nuestras paredes de colores, que se queden ahí y que se pudran en el más solenme olvido, en el destierro más cruel que exista, porque nuestro camino no está lleno de facilidades, y muchos deberán de quedarse atrás, poque quisieron…porque quisimos, pero el sacrificio a veces es necesario para el triunfo…

Porque cuando llegue el momento final, la gloria o la muerte será sólo para nosotros.

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