Cuando se nos vá la vida

Cubierto de arrugas profundas de la vida desgastaba sus últimos días en aquel viejo sillón, viendo inerte pasar la vida delante suya, viendo torpe bajo sus amplias gafas como corretearon una vez sus hijos, ayer sus nietos…y hoy solo ve frío mármol que hiela sus huesos a pesar de andar por meses de Mayo.

Y lo vió ahí sentado, tan viejo, que sentía que su llama se apagaba lentamente y no podía hacer nada por evitarlo, pese que su cara le mostraba aquella juventud de cuando aún se podía andar, de cuando aún podían disfrutar juntos, de cuando todo era de un color más bonito…

Sentía una pena que ahogaba su corazón en llantos sin lágrimas, sabía que la vida debía seguir su curso y que quizás algún día no haya que separarse…quizás.

Quizás los quebrantos de la posguerra vuelvan a sonar, quizás aquella voz rota que sabía del hambre, de ser más canalla que la vida siga sonando en aquella vieja habitación…y si esa habitación no existiese, que resuene en lo más hondo de mi corazón, que rasgue todas las costuras de mi piel como si de una tijera se tratase y que se quede en siempre en mí, para que mi segundo regazo pueda escucharte por otras cuerdas vocales…pero por nuestra misma sangre.

Hoy solo me quedo a contemplarte, quiero seguir escuchando tu voz mientras pueda, en ese anhelo torpe de creer que cuanto más te escuche…mas te recuerde luego…

Dedicado a mi abuelo

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