De la mar, de la mar marina divina y remota como una gaviota llegó hasta mi barca
de la mar, la última botella de un náufrago errante
con su testamento de pobre emigrante y decía la carta…
Llevo en mi corazón como una maldición que recorre mis venas
de saber lo que envenena morir desterrado
de mi mente no se van recuerdos criminales, de noches frente al mar cantando carnavales
Mi barrio, mi gente, mi continente de la alegría
donde los días eran de fiestas
y las noches seguían con nuestra cruz a cuesta
La plaza del Falla, la gran muralla de mi locura
las aventuras de los portales donde las niñas juran cariños inmortales
De la mar, de la mar marina divina y remota seguía la carta por Cai suspirando
y que suspirando se iba desangrando por cada recuerdo que recomponía
Le temblaban las manos, cuando llegó el final….
para morir sin tí hubiera preferido no ser gaditano.
D. Juan Carlos Aragón