Me atreví a descubrir la más cínica y sarcástica vida a traves de tus verdes ojos, allí donde la esperanza acababa a la par que se expiraba la última letra, aquella donde la húmeda tierra continuaba enfangando mi corazón a la par que oía las viejas trompetas de la muerte…de fondo.
Moría en una muerte dulce, porque nunca quise atreverme a ver la otra cara, aquella en la que podría retorcerme de dolor viendo la más cruel de las mentiras, viendo el más profundo y sincero vacío, blanco como una hoja de papel, sin pensamiento alguno, sin gota de sangre que lo manchara del más rojizo color…el color del amor.
Y ahí estaba yo, batiendo aquel frío que cortaba en mil pedazos mi corazón, aquel entresijo minúsculo de vida se me esfumaba con cada palabra bonita que me regalaba su presencia, ni el más fugaz remolino, ni las mas sagaces escopetas podrian abatir mi melancolía una vez caída la bandera triste…de la esperanza.
Dicen los borrachos que turbio, es quizás cuando se olviden aquellos ojos clavados en la piel, yo pienso que simplemente quizas sea un dulce narcótico para que duela menos, curiosa mezcla, el hielo más gélido, y aquella sustancia de extraño color, dentro de aquel vidrio que reflejaba aún sus ojos tristes tenían la misión de hacer olvidar aquellos días, aquellos meses…aquella vida.