Bien supieron los peregrinos alzarse sobre el pedregoso camino que les tocaba de andar, les moviá el amor más perseguido y la fé más rotunda y solo por ello consiguieron encontrar sus destinos por los difíciles parajes de la vida, por las insólitas veredas del infortunio y las oscuras sendas del paso.
Coraje, la palabra que no debe de fallar en nuestro vocabulario diario para afrontar de cara los problemas de nuestra vida, para rascar los peldaños más abruptos de nuestros pasos y poder gritar fuerte en rebeldía…pero sobre todo en libertad.
Libertad de desquitarnos de sombras que nos atormentan y avistar nuestro destino como el más prometedor de las buenaventuranzas, de coger nuestras manos, apretar nuestros puños y sentir la vida en nuestro interior, sentir como la brisa cálida de verano se adentra en nuestros pulmones y ese húmedo sabor a sal marina cala hondo en nuestras entrañas, para poder imaginar la más bella estampa jamás soñada…y que se hará realidad pronto…muy pronto.