Hay noches que son especiales, noches que no tienen nada que destacar, pero son solo instantes, unos momentos en los que mi alma, mi corazón y mis ideas se unen. En un chispazo eléctrico que dura algunos instantes, como una lluvia de estrellas, fuertes, intensas pero muy fugaces.
Esos son los momentos en los que sonrío, abro de par en par las puertas de mi mundo y navego, atravieso todos los colores del arcoiris, golpeo a la triste sociedad, a la mentira, a la envidia, a la avaricia del banquero, a los jueces, a los militares, a los verdugos, a todos aquellos que portan los yugos…Y con un intenso calor tras mi rastro anhelo todos aquellos ojos que me hicieron bombear mi corazón más deprisa, a todos aquellos besos que soñé y nunca tuve, por todos esos instantes que estuve ausente en vida, por los que soñé despierto…
Y sonrío porque en ese instante es cuando siento, y sintiendo sé que estoy más vivo que nunca, por eso quizás esté alegre en la melancolía…aunque de otra forma distinta. Y sé que todos aquellos secretos que me cuenta la noche no se pueden contar, porque quizás no vuelva a ver más a los cisnes ni oir sus cantos, porque quizás deje de ver cometas, porque quizás todo no tenga sentido sin aquellas noches…
Sólo sé que gracias a ese veneno que me recorre la sangre de norte a sur por todos los puntos cardinales de mi cuerpo es el que me hace seguir escribiendo, porque gracias a ese veneno me deja ver la vida de otra forma, ni mejor ni peor…la mía.