La vida no seguía igual sin tí, aquella estúpida y triste tregua de besos y caricias que decidiste darme consumían mi cálido corazón lentamente, lo iban helando, desquebrajando a cada minuto de reloj que con su tic-tac incesante retumbaba eterno en mí interior como un requiem de soledad, la hora de mi muerte…
Decidí que no podía aguantar tantos instantes de silencio de tu voz, de ausencia de tu piel, mucho había llovido desde aquella época, demasiadas las noches de desvelo anhelando tu cuerpo, reclamándolo como un poseso, como un loco de atar en los atardeceres mas oscuros, en las nieblas más serenas y densas del profundo abismo.
Descolgué el teléfono y marqué de nuevo aquél número, que aún marcaba inconscientemente, tantas fueron las tardes de pasion…Una voz dulce y serena responde con un simpatico «Diga»…un escalofrío recorre completamente mi cuerpo de pies a cabeza, se me eriza la piel, el corazon bombea mas rapido, un cosquilleo se prounincia en mi estómago, allí estaba yo como un crío, temblando con los ojos cerrados…consumido en una nube de colores infinita comenzé a hablarte…
Hacía tanto tiempo que no hablábamos…me preguntaste que era de mi vida, pues sigo cantándole a la soledad, escribo por no llorar, con mis canciones sigo aquí de un lado para otro, tu que tal te pregunté…todo te iba maravilloso, de pronto sentí como me pegaban una guantada y me tiraban de esa nube al vacío mas tenebroso, alguien había tocado tu corazón…estabas enamorada, mi corazón dejaba de palpitar, chirriaba y se me agolpaba la sangre, dejé de temblar, solo sentía un intenso frío…un profundo vacío…
Me contaste como os conocísteis, como íbais de la mano, como os besábais en silencio, como te volvía loca, y yo allí, desgarrandome, suplicándote…escuchando cada palabra que no quería escuchar con un sublime silencio…un mar de lágrimas caían sobre mi rostro…
Solo llamé para decirte un te quiero…allí me quedé compuesto, indeciso, moribundo…en cambio tú…solo dices…voy a colgar.