Después

Dudaba si regresar, pese a saber el camino. La rutina y las dudas se apoderaban de mí cada vez que quería sentirlo, vivir otra noche contigo.

No sé si las musas aún revoloteaban por aquel bucólico escenario en el que danzamos desnudos durante más de 300 madrugadas.

El vértigo me desliza como un tobogán blanco y vacío de palabras. No sé si pedir algo en la barra o esperar trazando surcos con un bolígrafo, como el que intenta invocar una danza de la lluvia mientras rasguea el frágil papel…esperando a la tinta, esperando que vuelvas.

Los cuadros de la pared me recuerdan que hubo noches que no acabaron, que lloramos más que reímos, pero nunca nos faltó el bar. Que los neones siempre estuvieron ahí, y aquí, en mi mano derecha, en mis pocas neuronas, en mi extraño corazón…

La copa se acaba, aún es temprano me gritas con tus ojos…y ahí me quedo plantado, entre mi cuerpo que quiere marcharse y mi alma que me pide quedarme…o al menos, que regrese más pronto que tarde.

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