El anhelo del regreso

Más de un año ha pasado ya desde aquella tarde, donde nuestras miradas se cruzaron, nuestros cuerpos se rozaron, y nuestro corazón habló en un impulso sistemático, ambos pensamos la mísma palabra…bésame.

Demasiado tiempo de anhelo y de noches sin estrellas, de inviernos nublados recordando aquellos atardeceres tan intenso, como tu pelo se dejaba caer en tus hombros como un suave manto negro, que cosquilleaba mi piel cuando me acercaba a tí, como queriendo jugar revoltoso contra mí. Pude contemplar en tu figura aquella primavera infinita de luces, me sentía como el capitán de los colores que profanaran y levantara los versos mas dulces, y como si espuma de mar fuera, chocara con la muralla de tus caderas en una alameda de sonrisas.

No he llegado a encontrar durante este desvelo ojos que me abran las carnes comos los tuyos, cuerpo que me haga trizas con el contoneo de tus pasos, he deambulado por las tenebrosas sendas malignas del desamor, como un alma en pena, esbozando cometas, riendo por no llorar, siendo capaz de abandonar, de remontar, de renunciar…de prestar las canciones que te hacen soñar.

Ayer volvieron amí esos latigazos a mi corazón, volví a confundirme con el mar, supe que el anhelo se acababa, y que lo mismo en unos días vuelva al principio de todo, al principio de mi primer post, al motivo impulsador de mis primeras letras en madrugada…más allá de las montañas nubladas donde el sol se hace inconfundible con las nubes, donde no se distinguen las horas del día, te llevaré conmigo…para que creas que los besos son eternos, porque las noches no llegan a su fín.

Nunca fuí de segundas partes…quizás haga una excepción 😉

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