Un cosquilleo efimero e incesante se acelera por la planta de mis pies hasta llegar a lo más profundo de mi alma, como una serpiente venenosa buscando con ahínco su presa…mi corazón.
Momentos en los que te sientes anclado en la vida…necesitas despegar, pero sus ojos no quieren volar, te mueres por mostrarle lo maravilloso del mundo, navegar juntos por esos mares de amor…pero a ella no le gusta el mar, te desvives por darle la caricia más bonita, arroparla cada noche y sentir su cuerpo junto al tuyo…pero ella prefiere dormir, te sientas rezagado, al abandono…esperando un beso sincero de amor, que me toque el alma…pero ella prefiere pensar.
Y el corazón se vuelve más pequeño, la sangre más densa, las horas de sueño se hacen más cortas, tu almohada solo es una lavadora de recuerdos fugaces, en el que piensas y si todo sale mal mañana…¿y si solo hay barro?
Y navegar entre mis sueños es lo único que me mantiene vivo, mientras me como de veneno por dentro, mientras sigo encerrado deseoso de tomar vuelo junto a sus ojos, de no querer escaparme sin ella, la amarga sensacion de sentir que puedes dar muchisimo más de lo que recibes, que aunque fuera poco, con poco me basta, porque nunca pedí más de lo que recibí en la vida, y siempre fui caminando cabizbajo rehusando de todo, perdiendo muchos trenes que quizás me hubieran llevado a destinos mejores no lo se…solo pienso en hoy, en las noches de alcohol llorando su ausencia, los instantes en los que mi corazón rompe a llorar y todo queda gris…
Porque siempre levanté la vista del suelo y miré el horizonte, supe que podía volar contigo, que debía volar contigo…que voy a volar contigo…o que se pulverizen mis recuerdos si me equivoco.