Una copa de vino a medio llenar, mientras sus dedos rozaban el filo de aquella copa dejando pasar el tiempo de una manera elegante. Su pelo negro y largo se quería enredar con la brisa parisina en aquella esquina del café en Montparnasse, una sensación de querer mezclarse con el imborrable recuerdo de los artistas que consagraron hasta el aire que respiraba.
Allí se postraba Sylvie, simplemente viendo pasar el tiempo ante su mirada como cada Viernes después de la universidad, no la acompañaba nadie, era su momento, allí cerraba por unos instantes los ojos y perdiéndose en un mar de sillas y mesas de aquellos míticos bulevares la escoltarían hasta los jardines del Observatorio, donde cuenta el rumor que los olores de las flores son la nostalgia de la primavera, aquella que siempre vuelve pero siempre se marcha dejando una melancolía infinita.
Bajando por Luxemburgo y la plaza Saint-Sulpice llegaba a Saint-Germain-des-Prés, selecto lugar en el que rivalizan artistas e intelectuales, le encantaba ese lugar, rebosaba cultura por sus cuatro costados, y quizás añoraba encontrarse con algún escritor suyo favorito para que le firmara un libro que siempre llevaba en su bolso.
Sylvie no era de París, ella decía que venía de un barco anclado en el mar, así denominaba a su tierra natal y contaba maravillas a sus compañeros de clase sobre aquel lugar, en cual llevaba en su alma como bandera, por si algún día le robaban el corazón. Pero realmente ella era una mujer cosmopolita, se adaptaba a las circunstancias y no se sentía extraña en ningún lugar, París había sabido darle aquella chispa que quizás necesita uno cuando se siente ahogado en la monotonía o en la rutina.
Bajaba por la estación de Odeón, y miles de recuerdos le vinieron a la cabeza, como en una vuelta al pasado, de los talleres de Picasso, el surgimiento del cubismo, las viñas, las canciones por las calles e incluso los pintores de la plaza del Tertre.
Allí se perdía cada viernes, con los ojos cerrados, rozando con sus dedos la copa de vino en una terraza cualquiera, mientras anochecía en París.