Está bien que a un autor se le recompense una obra, a todos nos gusta una palmadita en la espalda, un piropo y que nos valoren el tiempo y el esfuerzo. Son los frutos a nuestra dedicación compensada.
Las redes sociales tienen un gran valor en eso, puedes comunicarte con quien quieras, llegar con tu proyecto, fotos o ideas hasta el rincón más inóspito con acceso a internet simplemente subiendolo y/o compartiéndolo, pero a su vez nos vamos desnaturalizando más y más. El ánimo y el apoyo lo recibíamos verbalmente, o con un simple comentario de aprobación.
Hoy día esos comentarios de aprobación se dedican a pulsar una tecla, y a otra cosa. No perdemos el tiempo en comentar, en interactuar nuestras opiniones ni en contrastarla con la de los demás. Sólamente hablarán de tí para mal, para rociarte a críticas pero pocas veces a alabanzas, dedicamos a pulsar un simple y frío “Me gusta” como simples autómatas…
A mí, como autor, y escritor, el mensaje que me llega de esas actitudes no es claro. No pretendo buscar un camino adecuado ni que nadie me guíe y me diga sigue por aquí, pero tener 70 “me gusta” en un artículo no me dice nada. ¿Le dieron por equivocación? ¿Les gustó lo que realmente escribí? ¿Qué piensan realmente?.
Es más, la clave es básica, nadie se molesta a alabar lo bueno, por pereza…por nuestra forma de ser, por egoísmo, por envidia…hay miles de casos distintos pero que todos llevan al mismo camino, la falta de comunicación. Dejamos de expresar nuestras ideas en público, dejamos de verter nuestros proyectos más nuestros por el qué dirán…sólo unos pocos lo hacen, sólo unos pocos son “distintos”…el resto, muchos y muchos autómatas que simplemente pinchan un botón y a los cinco minutos olvidarán estas letras.