El manual de la vida

A las cinco de la tarde un viejo chirrido inundaba aquel viejo café. Como cada tarde Paul estaba sentado en una de las esquinas del fondo esperando pacientemente su café con leche, dos terrones de azucar y bastante caliente. Era un hombre de costumbres, el periódico era su único acompañamiento en la sobremesa, tenía un carácter serio -a veces rudo como el de algún estibador del muelle-, aunque lejos de aquella apariencia era un intelectual, hablaba cinco idiomas y podía hablar tanto de sociedad, historia, política pasando por cricket o estadística.

Paul era el perfecto hombre que se viste por los pies, correcto, educado y selecto, con un paladar exquisito para los gourmets era capaz de diferenciar hasta cien modalidades de vino. Podríamos pensar que este personaje es un hombre culto, criado en una familia de bien y educado en las mas altas alcurnias del viejo Oxford. Lejos de toda aquella percepción Paul aprendió de la humildad de un padre obrero y de un pequeño libro no escrito, el que rellenaría día tras día con cada experiencia… El manual de la vida.

Ese manual lo poseemos todos, en cualquier rincón de nuestra alma, siempre abierto y ansioso por ser hallado, ansioso por ser escrito. Un manual que se completa con cada paso que damos, cada copa de vino, cada mujer, cada beso, cada noticia, cada tertulia, cada carácter… En nosotros está el querer llenarlo, el querer enriquecer nuestras vidas con lo que nos ofrece el mundo. Paul había captado el mensaje hace muchísimo tiempo, se limitó a vivir la vida de la forma que le pareciera más justa y más feliz, entregando sin esperar nada a cambio y porque él lo considerase necesario.

Sin llamadas perdidas, dejó de recibir sobres sin remite para embaucarse en el único medio que le hacía feliz…encontrarse consigo mismo. Sin nadie que gobernase su vida y compartiéndola con quien él simpre quiso, mojándose sobre la fina lluvia para secar su ropa al sol del mediodía, conociendo a muchísimas personas con infinitas tertulias hasta el amanecer, sin decir que no a una copa ni a un libro.

Un hombre con semejante carta de presentación quizás se presente irresistible a cualquier mujer, Paul no es necesariamente un hombre de bombin y monóculo, Paul puede ser cualquier chico/hombre del siglo XXI, valiente, sincero… Sólo recuerden que todos tenemos ese libro, todos tenemos un bolígrafo… está por ver si están dispuestos a escribir las páginas más hermosas y libres de sus vidas o continuar con la que tienen.

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