El mar, donde todo fluye de una manera equidistante, donde todo empieza y acaba, donde se nace y se muere.
El mar es aquel inmenso continente salado que aguarda en sus profundidades los secretos más recónditos. Un abismo sideral al que no podemos acceder por más que lo intentemos, al igual que ocurre con el fondo del alma. Quizás aquellos lugares guarden revelaciones que harían cambiar el curso de nuestra vida, pero preferimos vivir en la bucólica estampa del misterio…como quien ama a alguien que no conoce.
Aquel tránsito de espuma y agua moldea a su paso todo lo que toca: roca, cristal…y a nosotros mismos, los que miramos el horizonte con el anhelo ferviente… como el que ve partir un barco mercante sin saber su fecha de regreso, nos cambia a los que lo miramos con la premura de ojos de niño, los que buscamos el remanso de paz ante la trágica vorágine de nuestra prisa biológica.
Nos cambia, porque aquellos pies que recorrieron la orilla mientras la espuma bañaba el camino tienen ahora un rumbo distinto. Quizás, sigan buscando aquella felicidad de antaño que nunca supimos valorar o simplemente quieran encontrar la senda correcta, la senda certera que marca el alma y el corazón a aquellos visionarios que son capaces de levantar la cabeza en épocas de metralla… de pólvora y sangre.
Del mar aprendí a oír de su silencio. Fue el que calmó mi ardiente deseo del abandono y quien con su salitre penetró adentro de mis heridas para hacerme recordar que hay cosas que duelen, pero mientras lo hacen cicatrizan mejor.
Del mar aprendí que la vida es como una marea que se va y que vuelve, que nos engulle y nos escupe, que se lleva a quienes queremos y nos devuelve a quienes amar, que da y que quita, que acaricia y embiste… siempre en un constante ir y venir.
Hoy de nuevo vengo a verte, para apaciguar mis dolores, para que te lleves mis malos pensamientos y me devuelvas las soluciones a muchas preguntas…a tantas encrucijadas. Vengo dispuesto a soltar lastre, aunque me duela veré partir y hundirse mi equipaje, mi vida, mis pensamientos…mientras reflotarán otros nuevos que aguardan otros horizontes junto a tí, pero ya distintos.
Porque al fin y al cabo, todos nos debemos y todos somos del mar…del mar que venimos y del mar que nos iremos.