En el borde del fin del mundo

A veces me pongo a pensar si, independientemente que haya o no haya un fin del mundo, en que si existe susodicho lugar….

Aquel lugar donde nuestro corazón se nos hiele y no deje pasar sentimientos de lo que estamos percibiendo, solamente contemple…como aquel fascinado inmóvil que no puede dejar de mirar, donde todos nuestros sentidos se nos fijen en un mismo punto, donde ni el más osado sea capaz de perturbar aquel beneplácito rincón…donde podamos entonar con únicamente nuestra alma, canciones que no quieren ser olvidadas, ni recordadas para el resto…donde sintamos que nuestra alma se abre y se dispersa, mezclándose confusa con el paisaje.

Aquel lugar donde nuestro corazón diga ya está bien…no puedo seguir más adelante, donde los rayos de sol no reflejen la inmensidad de la claridad del mar, donde el viento no haga efecto a las veletas más valientes, donde podamos caminar sin miedo al fracaso, en un lugar donde la muerte valga más que la vida…

Aquel lugar que conocemos todos…que peregrinamos cuando el corazón se nos vacia, se nos hiela o se nos rompe…condenados al destierro maldito del desamor.

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