Acostado, dubitativo sobre una vieja almohada, en mi cuarto pasan las horas y las horas, un viejo sorbo de momentos pasados inspiran mi melancolía más profunda, analizando los recuerdos sistemáticamente, como si fueran unas diapositivas…entonando un gesto cada vez que las recuerdo, una sonrisa, un llanto, una carcajada, un lamento…
Y quizás pienso que desde esta locura que recorre mi interior, deberían traerme las cosas que mas quiero, como si cual poeta loco fuere, en sus últimos versos, en el libro tan precioso, tan sarcástico…en el libro de mi vida.
Que me trajeran y presentaran a mi amada, aquella figura desvanecida en sueños por la que suspiré noches y días, sentarla a los pies de mi cama, y con un llanto profundo de mi corazón, que resurge como nunca desde lo más alto, decirla que no me olvide, que si le duele tanto este pesar que no me quiera…pero que no me olvide.
Que me trajeran un caledoscopio, para poder ver a mi ciudad, y dedicarle un último y sonado adios, a aquella salada claridad que me ha visitado día tras dia…decirle que no hace falta que le deis mi dirección…ella entraba traviesa por las rejillas de mi persiana, no le hacía falta llamar a la puerta. Que me trajeran a un bohemio para poder charlar con el de lo bonito que es vivir, que me trajeran un verso, para poderselo dedicar a quien nunca me lo pidió, que me traigan una palabra para convertirla en un te quiero, que me traigan un sentido para convertirlo en caricia…
Que me enseñen la muerte, para ver en el momento que me llegue, que he vivido la vida, no me llevare más de lo que tengo…todas mis ilusiones…y el corazón de mi niña.