Morir estando vivo es una constante en nuestras vidas
desgarrándonos en los abismos de la mentira
el agrio sabor del odio, el engaño y la desidia.
Esa amarga y estúpida sensación de volver a caer
de caer al fango, al olvido…a la mierda.
Los ángeles no nos arroparán esta vez
la sangre y saliva serán nuestras únicas centinelas
morder las aceras o comer estiércol ensució nuestras alas
rajamos nuestros labios con las cuerdas del destino.
Y preferimos callarnos…sin perdones, sin rencores
y el silencio que nos envolvió en aquella habitación
volvió a enfriar el otro costado de la cama.