Esbozando

Sabía que tus ojos con los míos no aguantarían más de un solsticio pero no me importó, supe siempre que aquellos instantes serían tan fugaces como intensos, tanto que quemarían la piel y mis besos a cada sueño que se iba agolpando en mi, a cada trote, a cada paso, a cada esbozo…

Era otro momento, agarrarse a la alegría del veneno, y tapar todas las endemias, todas las espinas que aún querían ilusas revolotear por mi madriguera a la espera de deslumbre, cuando solo encontrarán alambre.

Agarrarse a la vida loca, a la fé más rotunda, y sin el compromiso más exacto, sin una ecuación en mi bolsillo, simplemente la ilusión y toda la alegría del continente, tan canalla como la vida, tan feliz como el arcoiris.

Efímeros, sin aún pasar nuestros cuerpos ni nuestros labios por el infinito, aquel limbo que vivimos nos mantiene vivos, latentes de energía, aquella extraña sensación rebelde, que huele a libertad y a tu piel, una mezcla de vida y veneno.

Y una vez abra los ojos, si no veo los tuyos, volveré a volar, con tu inmenso recuerdo como horizonte, como el más bonito de los regazos.

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