Escoltando una estrella fugaz

Quizás yo, poeta de cañerías pero con todas las ilusiones del mundo, no sea el más indicado para escribirte, nunca tuve por desgracia la ocasión de conocerte, pero siempre en mi blog, hay sitio para la gente que aunque no me conozca a mí admiro, y hoy desde estas sencillas letras quisiera recordarte.

Hoy todas las estrellas se pusieron de acuerdo en el firmamento, apagaron su luz, te dejaron brillar sólo en el firmamento, para que pudieras guiñar con tu sonrisa eterna, un destello de luz infinito que intente de un fogonazo llenar de alegría aquellos corazones que quedaron vacíos aquel frío día de Marzo, aquellos corazones que aún te recuerdan y lo harán por siempre porque llenaste de alegría los suyos en tu corta estancia.

Fuiste una pequeña estrella fugaz, que iluminaste la vida con intensidad llameante, hoy tu destello recorre los paisajes más bellos, los atardeceres más eternos en las cálidas arenas de la Caleta, una brisa que envuelve de magia y se convierte en notas de música aquella cuesta de Santamaría ese miércoles santo, con cada golpe sublime de manigueta…silencio sepulcral, la piel se eriza al escuchar el rufar de aquel tambor…

Yo quizás nunca podré sentir lo que sienten los demás por tu marcha, pero sí se lo que es amar a un corazón vacío tras irte, en el que dejaste un lugar insustituible a tu paso en el recuerdo más melancólico, sé que estarás feliz porque los tuyos sigan su rumbo, tú así lo hubieras querido, por eso desde mi parte lucharé por proteger ese corazoncito roto y quebrado que aún tiene muchos ‘te quiero’ en su interior, de querer a muerte a aquella mejor amiga, de luchar contra viento y marea por hacerla feliz, por mí, por ella…por ti.

Hoy no es un día para estar triste, sino para recordar que hoy pasó la más bonita estrella fugaz por el firmamento, que hoy todos te recuerdan más que nunca, que el cielo se pintó eterno en una estampa preciosa, el fresquito de la marea acaricia nuestra cara, tu dulzura también se nota en el aire…hoy no debe de haber dolor, sino la alegría de haberte conocido, de haber compartido tantos y tan buenos ratos con esa estrella fugaz, que hoy y siempre brillará infinita.

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