En los más pedregosos caminos, en las más nauseabundas ciénagas, allá donde ni las mariposas se atreven a batir alas, cuando el gris del cielo se enturbia negro como el tizón, o mejor dicho, allá donde se abre una puerta al pasado.
El pasado…un infierno de momentos bonitos, aquel lugar donde anhelamos muchos, pero preferimos tocar el suelo que nos toca de andar de frente, hacia otros lares, tantísimos besos que supieron a sólamente sangre…la de tu corazón, tantísimas falsas palabras y tantísimo amor a la vez, un lugar confuso…una puerta que debe de quedar ahí, en nosotros…pero cerrada.
Y rodeado de nuevos instantes que quedaban por llegar, reflexionó sobre la melancolía de volver, de volver a ver sus ojos, de volver a aquellos besos de madrugada…pero prefirió vivir en aquel anhelo de poder hacerlo, de que un día volverían sus labios a besarse, pero que cada día de sus días no era el adecuado, que cada noche de sus noches deberían esperar otra más…porque no hay sensación más bonita que saber que un cometa está ahí, pero quizás no cruce más nuestro cielo…pero la alegría será más tremenda al recordar que un día lo hizo, en una lluvia de estrellas…y que todo debía quedarse tal y como estaba.
Y bien saben las arenas de amores, que una gran amistad, está muy por encima de un amor, por grande que sea…y quien no lo crea, que pasee descalzo por la orilla en primavera.