La falsa felicidad

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La hipocresía y el cinismo han colmado nuestros pedestales en el formato de vida. Se han instaurado como una desidia descomunal y se han impuesto el cetro vitalicio ante solemne necedad de los de a pie. Un púlpito de valores escasos y faltos de grandes motivaciones han hecho florecer en nuestra sociedad un nuevo concepto, una nueva vertiente más hiriente porque se maquilla tras un trasfondo de primaveras y sonrisas: la falsa felicidad.

Abrir una red social es hoy una tragedia mayor que la que vivimos fuera, el que parecía gilipollas ahora lo confirma ante 458 amigos ficticios y la que es puta…en fin. Entramos en un caos sistemático al comprobar como todo se llena de hipocresía, te hacen sentir un estúpido cuando publican sus últimas fotos de cenas, fiestas, regalos, animales… y tú ante tu asquerosa y triste vida te planteas que haces mal mientras los demás vomitan arcoíris y recitan a Paulo Cohelo como el Padre nuestro.

Una sociedad inerte, esclavos del teléfono móvil, muertos vivientes con la cabeza bajada que no están dispuestos a explorar el mundo de ahí fuera si no es detrás de las pantallas, todo se tuitea, todo se fotografía… Hasta lo más insignificante, platos de comida, cada sensación, cada pensamiento, cada cosa extraña que vemos. La gente se sienta a cenar pero están hablando con alguien a través de sus teléfonos, no se disfrutan las puestas de sol, las miradas ni los abrazos. Pero vivimos inmersos en el mundo del postureo, el pagafanteo y la estupidez sublime: fotografiarse los abdominales, hacer gestitos cual subnormal con las manos durante las fotos… Pero sobre todo aparentar. Aparentar una vida que no tenemos, que somos personas con muchísimos amigos que todos quisieran tener, creemos saber de maquillaje, inundamos nuestro muro de frases que ni entendemos, estamos felices con nuestro trabajo aunque no sea lo que quisimos nunca y no nos llega para la hipoteca…

Queremos mostrar al mundo lo que no somos, lo que quizás anhelamos, o como no debemos ser nunca. Fíjense que quizás la persona que más libros lea no tenga porqué alardearlos en una red social, el que lleve una vida realmente interesante no tendrá que publicar chorradas a cada segundo porque seguramente esté viviendo la vida intensamente, esté ocupado disfrutando de aquella puesta de sol, de aquel beso, de perderse por cualquier ciudad del mundo…o quizás simplemente estudiando cualquier idioma para un día no tener que volver jamás y leer tantísimas tonterías de gente que han prostituido la palabra felicidad.

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