La última serpentina

Un nuevo carnaval cierra sus puertas, uno totalmente diferente, transitorio, áspero…

La última serpentina acaba de caer en el suelo, y con ella un batallón de recuerdos de algo que nunca volverá a ser, por el pasado, para el futuro…

Transito entre aquel mar de gente, no hay rumbo fijo, las coplas resuenan de fondo sin un grito de esperanza, sin un abrazo sincero al mañana. Soy consciente de que una arista se ha clavado en el camino, una que marcará un nuevo sendero que ignoro si será mejor o peor, pero estoy seguro que diferente.

Ha llegado el momento de que me hables con las manos, que otros paisajes me brinden el sendero desconocido, que las noches de primavera se vuelvan eternas para devolverme las de febrero.

Es posible que después de toda esta vorágine, llegue el momento más cuerdo y loco de todos… el momento de arrancar el calendario mental, de transformar las experiencias en alegrías y las alegrías nuevamente en sueños, sueños que se hagan realidad cuando el mar vuelva a mojarme los pies en la playa de Roche.

Es tiempo de mirarte a la cara y pensar si todo este camino ha merecido la pena. Sólo tu rostro me dará la respuesta justo antes de pestañear…en ese instante mágico sabré que debo hacer antes que el tiempo azote con la fuerza justa para que mi ropa salga volando por el tendedero.

Sabré que debo dejar partir y a que debo aferrarme, sabré, como aquella serpentina que cae, que no habrá marcha atrás…que un carnaval habrá cerrado sus puertas y que la vida vuelve a postrarse tan inmensa como un océano sin olas.

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