Las últimas gotas de whisky de ese vaso, cuyo número había perdido hace ya varias horas, se iban agotando inexorablemente, ante el vacío de la envolvente música de aquel bar de tres al cuarto…El mundo continuaba girando sin pararse a mirar que él se había detenido a asomarse a aquel abismo de soledad y tristeza…a mirar mucho más delante que de aquella cristalera de innumerables botellas, y un camarero que miraba mal…posiblemente no debió de gustarle el recado del baño.
Cogió lo poco que llevaba y salió de aquel bar…sin rumbo a ninguna parte, la madrugada se iba cerrando, igual que su pecho que no taba como su corazón latía mas lentamente…[el alcohol estaba pesando]. Buscaba con ahínco un corazón caliente con el que charlar, que le hiciera olvidar esas caricias y esos abrazos eternos de pasión…de pronto, se paró en seco…se echó la mano al bolsillo de atrás y sacó su cartera…y allí estaba ella…inmortal en aquella fotografía…porque aunque tengamos recuerdos, sensaciones…hay cosas de las que nos olvidamos, pero hay están las fotografías…duras e irritantes, que nos escuezen la mirada, y nos reflejan la realidad, de lo que alguna vez pasó.
Una nube de agua enturbió y nubló sus ojos…[estaba llorando], como un niño sin consuelo, se echó a llorar recordándola y añorando todos esos momentos felices…[la había perdido para siempre].
Se sentó a trasegar en la acera…cuando una voz ténue comenzó a hablarle…ella lo había escuchado llorar, también estaba sola, quería escuchar aquella voz melancólica entonar versos con cada golpe de voz de su garganta…también quería que le tirara piedras a su ventana…porque la noche era larga y fría…
Allí se quedó…en aquella madrugada, contándole su pasión, su ilusión…su vida, mientras ella lo escuchaba atenta y sonriente…lo había echo feliz otra vez…[se quedó charlando con la luna].