Mi pueblo blanco

pueblo blanco

El viento callejeaba curioso por aquel cálido pueblo blanco, un pueblo que a fuerza de no ver el mar se cansó de llorar, junto a un barranco reposa viejo y sublime…dispuesto a que miles de cámaras lo inmortalizaran de recuerdo para sus vidas, y hasta servir como un negocio para relanzarse a sí mismo económicamente a golpe de postal.

Quizás sentía algo de celos de aquel pueblo, andaluz y gaditano como el…que podía ahogar sus penas en sus mares…un atlántico eterno y lleno de claridad, donde se sentaría curioso en el trono de las olas, que lo mecieran y acurrucaran, para que con el vaivén se quedara dormido…le encantaba acercarse a su orilla, y imaginarse a su niña fundiendose en un abrazo, en una caricia, en un beso…en una mirada.

Callejuelas olvidadas, que por ellas ni pasó la guerra, pedregosas y polvorientas, ni trasiego de un pastor las molestaba, sólamente el olvido paseaba por esas fachadas de cal, donde las mujeres miraban atentas por sus visillos, buscando al hombre joven que soñaban cada noche…ellas soñaban con el, y el con irse muy lejos, más allá de ese abandonado lugar, geográficamente inexpugnable…donde las persianas no levantaban los días, las noches se inundaban de suspiros bajo los paseos de luna llena solitarios…solo un triste aroma a hierba húmeda…donde te sientes solo frente la vida, en una provocación mutua desmesurada en busca de una co-existencia.

Aquel recóndito lugar, donde siempre pienso si me quieres, o si fué un sueño…si lo fué, por favor, no me despierten.

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