Había veces que la melancolía lo envolvía todo de un color alegre, y eso sucedía cuando algún recuerdo bonito le hacía sonreír, y revivir tantísimos buenos momentos.
Curiosamente todos tenían una similitud, blancas fachadas, cálidos días, arenas, horizontes infinitos…y amores de verano, aquellos en el que la alegría se multiplicaba por un millón, cuando era como volver a la niñez, solo preocupándote de si aquellas aguas estuviesen frías…o cual era el plan para la cena, y a disfrutar…
Y alguna que otra tarde perdida de invierno regresó a aquellos lares, y callejeó por ellos, porque allí todo le traía buenos recuerdos, todo lo vivido era bueno, era su pequeño paraíso, allí donde soñó que los colores se mezclaban en el horizonte…
Allá donde volvió a darse cuenta de que su corazón latía más y mejor que nunca…porque quizás, muy prontito vuelva a verte, porque quizás, y solamente quizás encontró su segunda casa muchísimo más cerca de lo que el anhelaba.