Muchísimas veces habló y se sinceró de épocas pasadas, de otras historias que aunque permanecerían en algún rincón de su memoria o incluso de su corazón deberían ser apartadas del presente, e incluso perdonadas para que un nuevo horizonte se plantara ante él, totalmente blanco, con la simple esperanza de no saber que vendrá, si bueno o malo, pero sí distinto…y eso ya era un paso.
Y esa necesidad era la que le empujaba a tumbar lo que ya estaba escrito, de irrumpir como un rayo sobre el destino y anteponerse a lo que parecía algo ya por hecho y que tantísimas veces dió por seguro y sufrió en sus carnes…el tiempo no esperaba por nadie, y menos por él, así que decidió invertir su tiempo en pelear, en luchar por todas y cada una de las causas que creyó perdidas.
El destino a veces se puede burlar de nosotros de la forma más cruel, de la forma más rocambolesca, pero también es capaz de rasgarnos un guiño canalla en la séptima costilla a modo de pellizco, y por arte de magia situarnos en la línea de frente, en una ‘pole posicion’‘ que incluso haga que nos sorprendamos…y es que cuando todo parece perdido puede que aparezca algo que nos haga encontrar la luz necesaria en ese negro túnel, quizá aquello se encuentre en la cosa más insignificante pero por estar sumergidos abajo no supimos ver o valorar…
Pero como en casi todo, somos nosotros, los que con nuestras acciones debemos también poner de nuestra parte, y aunque tengamos el depósito lleno de energías, todos nuestros rivales atrás, y una pista libre para lanzarnos, nosotros, y sólamente nosotros tendremos la decisión de apretar el acelerador y dejar atrás tantísimas cosas que estuvieron ahí en un momento dado.
Porque siempre quiso pelear por lo que deseó, sabía que era el momento, y aunque no sabía de que forma acabaría, todos sabían que en cada instante, en cada ahínco y aliento de aquellos momentos en que lo vieron darlo todo, puso la fé más rotunda por aquello que quería…