Con un puño cerrado, ensangrentado de aguantar el dolor la miró a los ojos, su semblante era frío, espeso, inerte…aquellos ojos que se preparan para decir una gran verdad, aquellos momentos en los que sabes que tus palabras van a dar un giro de 180º a tu vida, y que ella ya no iba estar ahí cuando cruces esa puerta.
Quizás, no podrá nunca comprobar que tan calientes eran sus besos en estos inviernos tan fríos, quizás su cara de niña traviesa no se refriegaría por su almohada en ninguna noche, lo mismo puede que en ningún otro sueño…quizás y sólamente quizás pudimos volar hasta el infinito, sin más motor que nuestra ilusión, nuestras sonrisas, y nuestras ganas de demostrarle al mundo que nuestros corazones volvían a palpitar.
Lo mismo sólamente fuiste eso, una cara bonita, y muchas palabras…su mano ya dejaba de sangrar de apretar fuerte, y con la otra, se la pasó por su pelo largo, le rozó la mejilla con su pulgar y le secó las lágrimas de su rostro mientras le susurró al oído que volaba demasiado bajo para él, y hasta entonces…hasta nunca o quizás hasta siempre el seguiría brillando alto, porque para entrar en su continente no hacía falta llamar, pero sí demostrar que se llegó hasta la cima con todo el cariño y la sinceridad del mundo…y de eso, anda el mundo carente.