Tras un serpenteante paseo por aquel limbo hipnótico me vuelvo a componer como las piezas de un rompecabezas al ras de las aceras, no supe nunca si el vino que se vertió en las calles fué el de las almas salvajes que no merecieron más trago que el amargo camino, o si por el contrario tan esperpéntico libertinaje era todo una farándula que acabaría con las primeras luces del día.
Ten por seguro que no recordarás que te pasó por encima mi escuálida palabra, ni que aquellos grilletes se soltarán todo lo pronto que deseaste, porque en cada una de aquellas tripas de vuestros cuerpos habita, mucho más abajo de las mariposas el nombre de vuestros carceleros, nadando, o más bien naufragando en un podrido mar de whisky que se ingerió sólamente para olvidar…para hacer la combinación más amarga posible.
No derramé más lágrimas de carbón por no quedarme contigo o morder el trigo, las azucenas ya me guardarían todos los sueños a la mañana siguiente, por si me diese por caminar, vestido de arena, o con las raíces de mis pensamientos, desnudo para el mundo, totalmente elegante para los míos.
Tocaría marchar, en el nostálgico tango de no volver a dibujar más vuestras sonrisas, sin llegar a recibiros con temple estúpido ni siniestro, pues mis madrigueras se vaciaron antes que llegase el invierno, porque decidí apretar las manos y los puños más fuerte que la saliva de los trileros, para dejar de rodar como un dado en un barranco, para que la fortuna deje de verse en cubiletes, y se vea en el cielo que nos toca por día, en la inmensa intriga de no saber que nos esperará mañana…
Con el destello permanente de no estar donde estuvimos, y si donde lo soñamos.