Primavera

Letargos mustios adornaban sus cortas mañanas, sus efímeras tardes y sus relampagosas noches, demasiada descarga de flashes para un cuerpo cansado de cifras, cansado de letras…cansado de excusas.

De excusas cuando ya no llegan más allá del absurdo vacío del serrín, de cuando las coces de los caballos revientan hocicos curiosos que vinieron al olor de la estercolera, al olor de la muerte, no le daba la gana de morir con sangre aún en las venas, sería mejor emplearla en escribir un poema en la pared de tu alma para que cuando ya no me quieras ver, cuando incluso me quieras odiar veas mi poesía añadida a tu pensamiento, a tu caminar y no habrá veleta ni rayo, ni payasos que pinten más colores que el rojo de mi sangre, porque siempre fue mía, porque siempre fué tan rebelde.

Y luchar para qué, si ya tenía otro maldito abril a cuestas, otro recelo más del añil mas pestilente de todos, del rechinar de dientes más cruel de todos los solsticios, quizás para el orgullo de hincar el cuchillo en la madriguera, para esbozar un andar sugerente de manos en bolsillos, de un camino sin fin, pero con el orgullo más grande por maleta y si nos mata el mismo sol que nos alumbra con un sorbo de vino desquitaría sus raices, porque ya daba igual el caminar si el destino siempre fuese el horizonte de la esperanza.

Y todo esto porque quizás tengo tus ojos más cerca de lo que imagino, porque mis extremidades laten más lentas que la sangre que fluye por mis venas, porque el corazón se mudó a vivir junto a las lágrimas, porque la rebeldía quedó temporalmente en anhelo, porque coronaron a la impaciencia con mayoría absoluta, porque el arcoiris me pega un coletazo que no me deja mirar a las nubes, porque la cálida brisa nocturna me invite a cantar mis melodías junto a los cisnes…y todo porque es primavera.

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