La luna rezuma los últimos regazos de destellos, despidiendose con un «hasta siempre», ante la atenta mirada de un sol cazallero que espera su turno…para darme los buenos días…y a veces las buenas noches, cuando trasiego en rumbos inhoperantes, y desde allí tacho abriles, en aquel lugar inhóspito, donde nos juramos que nos querríamos tanto que no pasaría ni el aire entre nosotros, donde los desperezos los convertiríamos en besos, y las almohadas en caricias…alli donde me subiste a explicarme la vida…a verla de otra forma, a patear quimeras sin hacer ni un ruido.
El camino se hace largo y el mundanal ruido ajeno destruye matorrales que solo olieron a mierda y quisieron morirse en los barrizales…allí donde te aupe a quemar los tronos que reinen en las dudas, los reyes sin corona, y bañate entre mis ojos con tu mirada fulminante, y que le jodan al mar, encela una vez más al viento princesa con tu pelo suelto…para cuando quiera echarnos sal en las heridas, solo encontrará cerrojos y cicatrices de la soledad.
Un remolino persistente que nos osa a engullir los recuerdos de nuestro amor…un remolino lleno de puñaladas de cientos de tijeras que nos quitarán el recuerdo a base de dolores y lo desperdigarán por dios sabe donde…hoy me echaré a dormir de nuevo en el barrizal, por si acaso viene la ventolera.