Pese a todo, encontré un toque romántico respirar el aroma cosmopolita de las grandes ciudades, y aunque he sido muy desordenado me encantó siempre la alineación paisajista de colores y luces, la niebla, el olor a asfalto recién regado en la noche, los días de lluvia, los cafés calientes en aquellas viejas cafeterías con mesas arañadas de nombres de efímeros enamorados…
Permanecía horas y horas paseando por aquellas grandes urbes pasando totalmente desapercibido, mirando cada rincón, embriagándome en cada luz de bar, acariciando pieles y adivinando sus nombres, destelleando cometas a mi paso, y en cada ráfaga la más bella melodía, el más lindo son, más vivo que nunca, más vertical que jamás, aleteando, viviendo…
Sin cisnes, sin luciérnagas, solo yo, sólo ella…