Rebelde, más rebelde que todos los remolinos de tu pelo que desafiaban a aquellos temerosos corazones que desearon conquistarte algún día, la libertad por bandera en lo más profundo de tu alma era lo que me hacía respirar más rápido, tanto que se me helaban las venas.
Que bonita rebeldía aquella que no tiene horizontes, aquella que te hace vivir la vida a lo loco sin ningún compromiso y con todos los anhelos del mundo, con todo lo más bonito por bandera, como un cisne alado surcando el mar, dejando una estela de colores donde habita tu risa, tu continente, tu alegría, tu vida…
Y sentirte, en lo más profundo de mi ser como me dabas aquellas alas negras, desgastadas de andar por el suelo, que habían vivido en lo más profundo de los bares, allí donde la nostalgia la ahogábamos en unos cubos de hielo, allí donde se nos iba la vida pensando el uno del otro, tan lejos y a la vez tan cerca, en esta bendita casualidad del destino que supo unir nuestras miradas en una tarde torpe de verano.
Saber que mi arcoiris recuperaba el color del más intenso de los destinos, aquel del que tragábamos antes y hoy, más diablos nos inyectamos directamente en las venas, un suave narcótico de poesía, de vida…
Y que más dá que fueras la más canalla de aquel lugar, poco ya importaba si aquellos destinos sólamente se fundieron momentáneamente, si quizás te recuerde como la más valiente de todas las canallas, la más linda en la primavera…el destino no esperará por ninguno, la estación sigue su curso, sin tí, pero contigo…muy adentro.
‘En un ataúd guardo tu tacto y una corona
con tu pelo enmarañado
queriendo encontrar un arcoiris infinito’