Teléfono roto

El teléfono volvió a emitir ese tedioso sonido impronunciable mientras su alma y su corazón colgaban una y otra vez todos y cada uno de los propósitos de aquel día.

Era como arrancar las hojas del calendario de cuajo, de no querer saber nada de aquello incluso si el minutero del reloj le recordase la hora del almuerzo…había perdido el apetito.

Durante aquellos días, caminó en zig-zag, en péndulo y en todas las formas geométricas posibles, no había ya horizontes para sus buenos días, no había buenos días para horizontes tan cortos…

Nunca fue todo así, pero el áspero desierto trajo consigo el peor de los presagios. Como un duelo que se pierde en el lejano oeste y una herida de bala a quemarropa que no deja de sangrar, que no deja de inundar todas y cada una de las alcantarillas.

Algunos no quieren nombrarte, otros buscan en tí una forma de lucha, otros sinceramente no entienden nada en esta locura y se lamentan, que aquellas ganas de vivir, de seguir viviendo… no obtengan una respuesta en la habitación fría de aquel hospital mientras la vida sigue sin cogerte el teléfono.

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