Terapia de recuerdos

terapia de recuerdos

Eran tiempos malos, en efecto, pero en el fondo de sus corazones podía ver la tormenta más intensa aunque sonrieran, aunque aparentasen que estaban firmes y robustas, pero no era así, ese era su don, ver más allá de donde otros muchos ven, quizás porque le había tocado a él, o porque simplemente ponía más ganas que el resto en la vida, en las personas.

Y recogía aquellos corazones rotos y los reparaba, los dejaba como nuevo hasta nuevo aviso, como un absurdo superhéroe sin capa ni espada, solo sus pies y sus manos, solo su fé y su palabra, solo sus ojos y su gesto de «tranquila, no pasa nada todo irá bien». Absorbía sus temores, sus miedos, sus complejos y los hacía suyos, desgranaba la forma de hacerlas reír, de hacerlas llorar, de hacerlas soñar…un abrazo le bastaba, una sonrisa cómplice o una carcajada era señal para llegar a casa, beber un trago de aquel viejo whisky y acostarse con la sensación del deber bien hecho.

Nunca pedía nada a cambio, nunca dio una de cal y una de arena, nunca castigó cuando no hicieron caso a sus palabras, cerraba los ojos o su corazón si le hablaban de mentiras y engaños, apretaba el puño al ver la crueldad de la gente en aquellos bellos labios, vió tantas lagrimas inmerecidas derramarse, tantos nombres dichos en vano, tantas ilusiones rotas, tantos sueños inalcanzados…que era inevitable.

Era inevitable llegar a la soledad de su casa y de su vida, y no acordarse de que él también tuvo un ‘ella’ ahí fuera, el también dejó de dormir por las noches, de comer por los días, de soñar por las madrugadas, el también paseó alguna vez de la mano, él también miró a los ojos y dijo te quiero, también cargó una maleta llena de ilusiones hacia lo desconocido mientras la felicidad viajaba con él en forma de mujer…pero también vió la mentira en sus ojos, la maldad en sus actos, los sueños rotos en la pared, sus fotos rotas por el suelo…él también fué ‘el hombre de su vida’ de alguien, también gritaron su nombre en vano…y también fué…un hombre.

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