Han pasado muchas tormentas, muchas noches en vela al borde de la cama, al borde del abismo, he comido muchísimo estiércol y he vomitado las tripas de la soledad cientos de veces, las tentaciones más prohibidas pasaron delante de mis ojos danzando con ojos de serpiente y caí una y mil veces hasta que pensé no regresar, hasta el momento de pensar que nada tenía sentido, hasta andar perdido tras mis pasos de lo que un día quise ser o soñar…y no encontrar ni rastro.
De perderte por la espalda, de cerrar tantas camas calientes que me invitaron a pasar más de una noche a preferir las letras tristes de aquellas que vendían una vida suicida a la deriva y sentir que a veces marchaba bien, aunque las náuseas de la mañana me dijeran todo lo contrario…
Las presiones, los reflejos de las mismas almas vacías en nuevas caras, el hastío de la inconformidad de algunos, los mismos errores cometidos en los labios que merecieron al menos una expliación, el arrepentimiento de no haber seguido abriendo puertas…las mentiras tras los mensajes, el silencio de cuando alguien se va, la sonrisa estúpida de cuando algo se ha terminado y ambos quieren más pero el destino ya tiene rasgados sus corazones y rotos sus billetes, el tragar saliva en vez de escupirla en la cara de más de uno y de una, los versos a quienes no lo merecieron, la de veces que mi corazón no estuvo dispuesto a continuar con eso, las noches que pensé que hago aquí…
Porque al final del día…ella es lo único que importa.