A mi querida compañera…
En mi pronta juventud te encuentro cada noche de melancolía, cada noche que intento pensar en tí, te postras a mi costado con tus ojos grandes e intensos, y la palabra pecado por cada hueso de mi cuerpo retumba, a dentelladas me como la madrugada suspirando que llegue el alba…y en ese instante mirar con el rabillo del ojo esperando a que te hayas marchado.
¿Porqué sigues ahí? -Pregunta Sara cada noche- a veces me averguenza que dirán mis amigas si saben que tú aún estás conmigo, te he maldecido mil veces por hacerme sentir acomplejada. ¿cómo decirles que no es un chico que me acaricia cada madrugada? ¿qué puedo decir yo del amor, del sentir sus labios junto a los míos?
El miedo ha podido conmigo en esta turbulenta travesía repleta de venenos en los que a veces no se quien soy, he llorado en las noches malditas por quizás no sentirme mujer…
Sé que muchos han sido valientes, han dado el paso al frente y han aceptado su condición, que no lo ven como un pecado y son felices…sé que no tengo nada que temer, ni ninguna prisa, no es algo que tenga que dar a la ligera y cuando esté preparada para este salto lo daré, sin arrepentimientos…
Y antes de que te vayas te haré un hueco en mi cama, y hasta entonces este será nuestro secreto mi amiga… porque entregarte me hará una mujer completa, hasta nuestra despedida…amiga virginidad.