Revisó todos los armarios y calculo religiosamente que todo estuviera en perfecto orden, se volvió a mirar en el espejo y a corregirse un par de pelos rebeldes como él que se le asomaban del flequillo, imitaba una vez más lo que diría frente al espejo que le reflejaba a él en una escena no menos cómica y risueña, volvió a echarse colonia por enésima vez, sonó el timbre y salió lanzado hacia el portal quizás incluso dejando algunas luces encendidas…[descuido].
El corazón le volvía a palpitar a cien por hora, aquella noche volvió a volar por tantos momentos magníficos pasados, volvió a acariciar ese horizonte de colores tan cálido y a sentir esa brisa tan fresca en bajamar de cuando llega la primavera, sabía que esa noche la tenía marcada con rojo y bien fuerte en su calendario, sabía que era día de evadir desidias, malos humores, celos, venganzas, melancolías, penas y pensamientos.
El líquido supérfluo volvía a recorrer sus venas a modo de canción eterna, la que a él le gustaba y rodeado de con quien pudo viajar incluso en la oscuridad y soñar los lugares más lejanos y más bellos, hoy no quería que sus palabras se alzaran en rebeldía, solo quería estar ahí sentado, viendo todo lo que le rodeaba, observando cuerpos malditos retorciendose hasta el infinito en provocativo baile, escuchando simplemente lo que le rodeaba…volviéndose a encontrar consigo mismo.
Esa noche supo que disfrutó, porque la llamada de su amiga era sinónimo de alegría…su amiga diversión.