Walking Alone

De nuevo tocaba desayuno en el barrizal, mi impronta o mis santos cojones habían caído de nuevo en el lodo más puñetero de todos, sentía como el olvido susurraba sobre mi nuca y el temor a los pájaros grises se hacía cada vez más constante.

Había caído de nuevo, sentía como aquella nube negra no iba dejar irme, y ella ya no estaría para decirme tequieros cada mañana, ya no tendría su ahínco para darme fuerzas en los momentos malos, y aquel era uno de esos momentos, el peor posiblemente. Tampoco tendría a nadie, ahora más que nunca dudaba de amistades que en tiempos lejanos me tendieron el brazo y me ayudaron a canalizar mis dolores, ahora siento como si esas mismas manos apretasen más fuerte mi tráquea.

Y en medio de todo un camino negro, lleno de tormentas, soledades, olvidos y destierros, sólo la melancolía precisa de recordar tiempos bonitos de amor, de dormir destapado durante toda la noche, de arañarme los dedos con las cuerdas de un violín y saber que quizas no nos querremos más, ni nos querremos con la fuerza en la que lo hicimos.

Pasarán los trenes, la vida, el destino y los barcos no querrán zarpar sin escuchar mi respuesta, y mi teléfono comunicando…mi corazón apagado, y mi alma envenenada de recuerdos.

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