El amor entre mis costillas dejó tantísimas sensaciones que ahora quizás sea casi imposible recordar ni la mitad de ellas, si recuerdo que me gustaba eso de sentir el roce de nuestras pieles o nuestros labios calientes, pero también aquellos amores me traen recuerdos de noches frías, como una noche en un aeropuerto, de sentirme un cubalibre sin hielo…un desierto sin arena.
Y muchísimas veces intenté tirar de la cadena, pero me podía más el miedo de quedarme sin recuerdos, y así iba mi vida, siempre con agua turbia…y cada vez más difícil de limpiar…más difícil de olvidar. Porque creí que mi vida debía ser así, rehuyendo del compromiso, y a veces no me daba cuenta que tras habitar en tantísimos lares, cada bocado a mis venas de todas aquellas vampiras me iban haciendo desangrar…lentamente, y cuando más fuerza necesitabas para auparte a lo más alto, más débil te encontrabas…y abandonaba, sin poder ofrecerles lo que ellas anhelaban.
Pese a todo cerré muchas puertas, abrí otras tantas y caminé, pese a que intentaron detenerme, pese a que le fallé a alguien especial, la vida supo devolvérmelo con una tremenda amistad todavía más bonita, pese a que me lanzé de nuevo con ilusión titubeante ante la más rubísima presencia…nunca supe si lo mejor era continuar luchando y encontrar la muerte de frente o abandonar sin saber si tus ojos me miraron alguna vez de otra forma, si alguna noche le contaste a la luna, o susurraste en tu cama caliente que querías que mis cuerpo fuese quien alumbrase tu cuarto, sin mas estrellas ni cometas que mis besos…que mi melodía más caliente, más roja y más tierna.
Encontré tantísima mujer que no supo encontrar su futuro porque aún seguían mirando por el retrovisor de sus vidas, chocándose una y otra vez con todo lo que venía de frente, tantísimas cicatrices que eran mejor dejarlas ahí…no iban conmigo, tampoco quería que lo fueran…y alguna que otra que no quiso cuando quise, pero quería a escondidas…cuando parecía que yo menos quería…y así nos iba.
Y entre tantísimo revuelo, yo, conmigo mismo y mi soledad, con mis melodías y mis versos intentando hacer de este caótico entramado un pentagrama, aunque está claro que el agua sigue estando turbia, es hora de golpear fuerte a la fosa séptica de nuestros interiores, a llegado la hora de revolver lo que quedó pegado en las paredes, porque antes de entrar…hay que dejar salir.