Al olvido invito yo

Notaba como la vida se le iba con cada golpe de tos, un suspiro de ahínco enturbiaba de nuevo el ambiente, y el anhelo del deseo apenas se iba haciendo latente, suaves zumbidos apenas audibles para el ser humano y mucha niebla de por medio.

Con barba de 4 días y aquellos ojos tristes, entre el perspicaz vidrio una voz femenina le recordaba que estaba mucho más lindo de la última vez que se vieron…benditos despetares junto a mi mesita de noche tendría, preferí ubicarlo en el rincón del cumplido y sonreír a la vez que soltaba un chiste fácil para cubrir la bruma…siempre le incomodó que le ruborizaran.

Y  tanto deambular entre nido de ratas, entre sumideros donde quedaron los despojos del corazón, de tanto pisar las sonrisas con el canto de los grillos cuando no quería marchar, apenas sabía si la vejez lo había alcanzado o si era su corazón que había enfermado, de mi, me, conmigo…pero sin tí, hacía tiempo que no batían a volar mariposas por estos lares, el frío invierno se había apoltronado como estación vitalicia, gobernante de los rincones y los olvidos, con más trasegar que el amargo whisky, y cien canciones de desamor.

Apenas importaba si era lunes, o si el tranvía de las ocho había pasado ya, prefirió pasear con la luna del farol, dispuesto a regalar poesía, a abrir su corazón…a quien le abriera el bar.

Deja un comentario