Cuantas veces nos alzamos victoriosos, cuando nadie apostaba por nosotros, cuando todos los ojos miraban para otro lado, cuando la palabra era incapaz de ser pronunciada, muy pocos alzaron sus voces y gritaron lo que vivían, lo que pensaban…lo que sentían.
Cuantas puñaladas recibidas por la espalda por ser diferentes al resto, por navegar contracorriente, por no situarnos con el rebaño porque preferímos siempre ser la oveja negra que esquivaba las piedras que le tiraban a dar, con el orgullo de llevar la rebeldía en las venas.
Siempre supimos que por más palos que nos diera la vida, nos levantaríamos más fuertes, porque el viejo arcoiris era mucho más bonito que todo aquello, y el simple hecho de luchar por nuestras ideas nos hacía valientes, mucho más que cien mil cobardes para que siempre nos quedase aquel orgullo de si perdíamos la batalla, habíamos luchado por nuestra causa con compañeros que siempre pensaron igual.
Cuanto hablaron de nosotros sin causas ni razones, cuanto seguirán hablando…y no nos importa, dejamos hace tiempo de jugar a las escopetas, para disparar de verdad, con la sal que escuece en las heridas en forma de palabra, en no tener mas bandera que nuestra ropa al viento, ni mas presidente que nuestra gente.
Y que el tiempo nos mantenga vivos y tan latentes como siempre, en un abrazo solidario y silencioso, porque siempre supimos pensar igual pese a la distancia, el uno y el otro, el otro y el uno, tan distintos por fuera, tan iguales por dentro, y que nuestros lazos se sigan uniendo por siempre mientras siga riendo, siga cantando…siga viviendo, a tí libertad.
Porque en estos tiempos que corren sabemos que hablar claro hace más daño que la orden de mandarnos a callar, dedicado a mi gente…mi continente de la alegría.