She’s hungry

Se despertaba siempre cuando los tenues rayos de sol daban sus últimas pinceladas, cuando la negrura comenzaba a teñir el horizonte, cuando aquella brisa fresca te hacía recordar que la noche se iba acercando.

Y se levantaba de su letargo para volver a recorrer cuando bizquean las farolas y así sacar de paseo a su sombra, tan semejante a ella, pero sólamente era su perfil…el oscuro. Y salía de nuevo a morder corazones, a dejar clavados sus colmillos sedientos de sangre, una dentellada tremenda que dejaría escrito para siempre su nombre en el corazón de los hombres, recordadme malditos…

Aquellos hombres que tan valiente se vieron tuvieron que refugiarse en el amargo whisky para cicatrizar las heridas, el veneno más puro que si quizás no conseguía su objetivo de cerrarlas al menos conseguía hacer que doliera menos, y que recordásemos aquel mordisco como el más romántico ácido cuando sonaran las campanas de media noche, la melodía de sus muertes.

Y tras tantísimos años, nada pudieron hacer uno tras otro, para no caer en el hechizo de sus ojos, aquella por la que dijeron que era el pecado en persona, aquella mujer que fué más que la religión de una cama, aquella que tantísimos dioses quisieron rifarse a la deriva de sus reinos, aquella princesa sin corona que supo matar lentamente a la diosa venus, y otorgándose a sí misma emperadora y capitana de la melancolía, aquella mujer que supo derramar tantísima sangre con tan pocas palabras…

Aquella mujer, que yacía cuando los demás despertaban, aquella que podría ser más leyenda que realidad…en la que hubo un día y quizás no muy lejano, en el que ella también supo amar, ahora eso ya no importaba…

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